Mi amiga Carmen decidió el año pasado que, a partir de ese momento, por mi cumpleaños me iba a regalar alguna experiencia en lugar de algún objeto. Como sabe mi debilidad por la buena gastronomía, esa experiencia ha sido una comida en un restaurante con estrellas Michelin: Saddle. Me hizo mucha ilusión porque estaba en mi lista de sitios que quería conocer. Un acierto total, Saddle es elegancia y alta cocina con estrella Michelin, además de dos soles Repsol.
Decoración
El restaurante está situado donde se encontraba Jockey, aunque Saddle dispone de un espacio mucho mayor. Ocupa dos plantas divididas en tres ambientes diferentes: el bar, enfocado a la coctelería, el comedor, y cinco reservados con una capacidad que va desde una hasta 22 personas. En la primera planta está el comedor, un espacio elegante y sofisticado decorado con predominio de materiales nobles, como el mármol, la madera y el latón. Es muy luminoso porque está completamente cubierto por un lucernario y tiene grandes ventanales a un jardín interior donde llama la atención una gran chimenea.
Cuentan, además, con una planta sótano donde hay dos cocinas que me fascinaron, una para guisos y otra para pre-elaboraciones. A la otra cocina, la vista desde la sala, llega todo preparado para meter en el horno o rematar.
Cocina
La cocina se caracteriza por el respeto al producto y la maestría a la hora de mezclar técnicas clásicas y actuales. Al frente se encuentra Adolfo Santos, chef ejecutivo de Saddle.
De aperitivo nos pusieron crujiente de trigo con hummus y falda de ternera, y un buñuelo relleno de ropa vieja. A continuación, un consomé que creo que es el mas rico que he probado. Me llamó la atención la textura y pensé que tenía algo de gelatina, pero no, se consigue a base de tiempo a fuego lento.
Nosotras pedimos de primero lentejas con foie gras, que las tenían ese día como plato de cuchara. Mi amiga ya las había tomado y me las recomendó. Nos explicaron que tienen dos platos de cuchara siempre en la carta: los callos, que están siempre, y el otro va cambiando, pero las lentejas tienen tanto éxito que siempre están preparados para elaborarlas.
De postre, tomamos el soufflé Grand Marnier con helado de naranja, muy rico y original.
Después nos pusieron los petit fours: un buñuelo de café, trufa de pistacho y mantecado de canela y limón. Mientras lo tomábamos nos trajeron el carro de la felicidad -impresionante la cantidad de bebidas exclusivas que se pueden tomar, aunque no tomamos nada porque ninguna de las dos somos aficionadas a las copas.
Tienen menú degustación y carta, nosotros comimos a la carta, y a partir de ocho personas solo sirven menú cerrado.
También se puede tomar algo en la zona de barra que está enfocada al producto de calidad poco elaborado. Se puede maridar con una carta de 200 referencias de champagne o con una larga carta de cócteles.
El servicio es excelente, como se puede esperar en un restaurante como Saddle, pero, además, son encantadores y nos enseñaron todo el restaurante. Saddle es un lugar para repetir en cuanto pueda.
C/ Amador de los Ríos, 6 Teléfono 91 216 39 36 Mapa de situación
