Hay restaurantes de Madrid que nunca pasan de moda. Incluso años después de inaugurarse siguen colgando el cartel de “no hay mesa”. Es el caso de El Landó de la misma familia que Casa Lucio.
Con Ángel González
Estos dos restaurantes cuentan con un público fiel tanto dentro como fuera de nuestro país. Lucio, el propietario de ambos, ha explicado en algunas de sus entrevistas a medios de comunicación que artistas tan conocidos como Julio Iglesias vienen a Madrid solo para comer en sus restaurantes. El Landó, según me cuenta una amiga que trabaja para la industria del cine internacional, es el favorito de los actores americanos. De hecho, vi un reportaje sobre una de las últimas visitas de Barbra Streisand y su marido a Madrid en la aparecen saliendo del Landó y confesaban que les encanta.
Hacía mucho que no iba a este restaurante y, hace unos días, propuse a dos de mis compañeros que fuéramos a comer. Aceptaron encantados y uno me confesó que no había vuelto desde que era novio de su mujer. Lo pasamos genial.
En su origen, este restaurante se concibió como un club privado para arquitectos hasta que Lucio lo cogió en sus manos y lo transformó en uno de sus buques insignia. Puso al mando del mismo a su cuñado Ángel González, quien continúa dirigiéndolo actualmente. Decorado como un mesón castellano, cuenta con techos artesonados y las paredes de la escalera de acceso están llenas de fotos de clientes famosos.
La cocina es rica, con platos similares a los que se pueden tomar en Casa Lucio. Cuando llegamos a almorzar las entradas ya estaban puestas en la mesa: tostadas de pan con tomate y aceite y una fuente con rodajas finitas de tomate pelado, buenísimas. Para acompañarlo pedimos un plato de jamón. De segundo tomamos cada uno un plato, callos, lomo alto de buey y yo, sus famosos huevos rotos. De postre solo pedimos piña, que estaba en su punto. Con el café nos pusieron petisúes de nata y palitos de chocolate con menta tipo after eights.
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