A mi vuelta de verano, aunque este año había decidido no salir demasiado, al final me apetece mucho retomar los planes de Madrid y ver a mis amigos, así que algunas salidas estoy haciendo. Esta semana he ido a cenar a Onoé, el restaurante libanés de moda, con una de mis amigas y nos encantó.
Decoración
Al llegar llama la atención la sencillez y la blancura del espacio que está diseñado para evocar la experiencia de entrar en una casa donde eres bienvenido. El restaurante consta de dos salas, la principal, por la que se accede, que cuenta con una gran mesa de mármol comunitaria y alguna mesas pequeña, y otra sala más pequeña al fondo donde hay un banco corrido y una mesa larga y otra redonda.
Cocina
La cocina es libanesa y recupera sabores ancestrales a través de recetas tradicionales con un toque actual. Onoé rinde tributo a los 16 olivos legendarios de Noé, así que el aceite de oliva es un ingrediente primordial en los platos que elaboran. Nosotras tomamos todo para compartir y pedimos hummus, que aunque lo sirven de diferentes maneras como acompañado de carne, chorizo…, elegimos el tradicional que elaboran con crema de garbanzos, tahini, limón y aceite de oliva y lo sirven acompañado de pan libanes.
Kibbe que son croquetas de carne, bulgur y especias rellenas de carne picada y piñones, y Labne, que es una crema de yogur casera con sal, hojas de menta seca, pimentón, aceite de oliva virgen extra y crackers de sésamo.
De postre nos recomendaron pedir baklava casero. Sirven tres pastelitos rellenos de nueces que tomamos por aceptar la recomendación, pero que a mi me resultan demasiado dulces. En este caso son deliciosos, con un sabor a mantequilla buena que me encantaron.