Hace unos día cené con un amigo en Miyama. Es un gran aficionado a la cocina japonesa y, aunque a mi no me encanta, de vez en cuanto me invita en algún japo rico a ver si así consigo que me guste. Fuimos a cenar a Miyama de Castellana, hay otro en la calle Flor Baja, y admito que supuso un paso importante para avanzar en mi conocimiento de esta cocina.

Los restaurantes japoneses, o fusión japo-cocina de otro país, que conozco me gustan mucho: 99 Sushi bar, Nikkey… porque comparten una agradable decoración y un buen servicio y eso, de entrada, ya te hace pasar una velada agradable.

En Miyama tuve la posibilidad de probar cosas que hasta ahora no conocía y que me gustaron bastante. Tomamos varios platos para compartir y, tengo que reconocer, que esta cocina me enganchó un poquito más. Además, nos pusieron un platito con  algas para acompañar, que me encantan.

Para cenar pedimos rollo de buey wagyu  con  cebollino y  setas. La carne es  buena pero me resultó un poco sosa, con sabor a cocida, aunque la acompañaron con salsa teriyaki. Después tomamos un surtido de tres shasimis:  lubina, atún y salmón; a continuación wasabi y langostinos, que se deshacían en la boca, acompañados de unas tortitas de los mismos langostinos, muy similares a las tortillas de camarones ( los  langostino eran de Huelva);  temaki de atún, que estaba delicioso, y tobanyaki de lomo alto de buey wagyu  a la piedra – solo sirven el centro de la carne que es delicioso.

Cierra los domingos

Precio medio: 75 euros

– Lo mejor: me encantó la carne, que era la primera vez que la probaba en un japonés

– Lo peor: no puedo decir nada porque lo que no me gusta es porque no soy aficionada a este tipo de comida y no culpa del restaurante

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